miércoles, 19 de abril de 2017

libro: El que se esconde

El miedo forma parte de nuestras vidas. Todos tenemos miedo de algo: reptiles, a los espacios ya sean abiertos o cerrados o payasos son solo algunas de estas fobias. Pero tal vez sean la oscuridad y los fantasmas las más comunes, se tienen de pequeño y cuando crecemos las dejamos atrás. Aunque suele quedar un poso que hace que, cada vez que oímos un ruido en un lugar lóbrego, nos ponemos en tensión ante lo que puede acechar y que no podemos ver. Precisamente los espectros y las tinieblas son los elementos que forman parte de la entrada de hoy, un libro que hará que nuestra aprensión a la noche aumente bastante.

Escrito por Tony Jiménez, con prólogo de Jesús Cañadas, ilustraciones a cargo de Almu CJ y parte de un ensayo de Fernando Jorge Soto Roland, el libro nos cuenta como el periodista Patrick Rafferty de la revista de fenómenos paranormales Amazing World busca un reportaje que le haga famoso de nuevo. Por otro lado la terapeuta Katherine Wilcox lidera un grupo de personas conocido como Los Siete Pasajeros, en el que personas que han tenido experiencias con espectros puedan compartir sus experiencias. Sus caminos no tardarán en encontrarse, cuando las muertes comiencen a sucederse al aparecer una misteriosa caja que alberga un gran horror en su interior.

Sí en sus anteriores obras el autor se había atrevido con el pulp, los vampiros y los psicópatas, en la que es hasta ahora su última novela, sin contar su antología de relatos El guardián del miedo, se mete de lleno con una historia clásica de fantasmas. Y el espectro que aquí se nos presenta es uno que acojona que es un contento, tanto por su aspecto como por los actos que provocan la muerte de todos aquellos que se cruzan en su camino. Estos fallecimientos tienen lugar, en su mayoría, en el tercio final de la novela. Antes el espíritu ha disfrutado torturando a estas personas con visiones que derrumbarán su cordura.

El libro se puede comparar a un guiso. El autor pone todos los ingredientes, en este caso los protagonistas y las situaciones por las que pasan, a cocer a fuego lento y va aderezando la comida con un poco de picante, en este caso las muertes y las visiones. A medida que la novela va avanzando, todos los elementos empiezan a mezclarse hasta que hacia el final todo es llevado a ebullición. Es en este momento cuando todo alcanza el sabor perfecto, y que deja un más que agradable sabor de boca a todos aquellos que se han acercado a probar la nueva propuesta del cocinero. Y que demuestra que uno puede contar una historia vista muchas veces antes, pero que todo depende como lo hagas lo que hace que la misma acabe gustando más o menos.

Este es un libro que juega más con el suspense que con la sangre, pero cuando la misma aparece el autor no se corta un pelo a la hora describirnos el asesinato. Uno de ellos resulta muy impactante, y tal y como hiciera Sisí en las dos últimas entregas de Los Caminantes, las reglas están para romperse. Y aquí Tony las rompe de forma bastante sangrienta, y de nuevo volví a acordarme de sus ancestros. Sobre todo en la forma que ocurre, al autor le basta una frase para contarnos la muerte del personaje. Y a las pocas páginas nos describe como ha quedado una habitación después del asesinato. Baste decir que el color rojo está por todas partes.

Como decía unos párrafos atrás el fantasma disfruta jugando con la cordura de los pasajeros. Les hace enfrentarse a sus peores miedos, evoca sucesos ya pasados, y justo cuando parece que van a romperse para su juego. Lo que indica un gran nivel de sadismo, se alimenta de su sufrimiento y una vez se ha cansado del juego decide ponerle fin de la forma más trágica posible para sus víctimas.

Hacia el final del libro ocurre un giro de guión que pilla desprevenidos a los lectores. Y es aquí cuando se nos revela el origen de la amenaza. De donde surgió el fantasma y que tiene su origen dentro del folclore judío, este ser recibe el nombre de Dybbuk. Algo que, si no me equivoco, no había sido explorado antes dentro de las historias de terror patrio. Si bien ya conocía un mito de la cultura hebrea como El Golem, éste espíritu maligno me era totalmente desconocido.

Que Stephen King es una de las grandes referencias de Tony Jiménez es algo más que evidente. A lo largo de su obra el autor andaluz ha puesto diversos guiños al escritor de Maine. Y es algo que no se molesta en ocultar en absoluto. Ya sea citando personajes o situaciones, Tony se divierte dejando estas pequeñas pistas y homenajes a King. Pero no solo al creador de Carrie, sino también en un pequeño ejercicio de autohomenaje el malagueño cita anteriores personajes suyos. Pero también a aquellas películas o libros que le han servido a la hora de dar vida a su creación y que van desde Insidious al videojuego Outlast, tal y como nos confiesa el autor en sus notas dirigidas a los lectores.

Las ilustraciones que acompañan al libro son impresionantes y algunas de ellas causan mal rollo. En blanco y negro la creadora de las mismas ha sabido plasmar en los dibujos el ambiente tétrico y malsano de la novela. Dos de ellas ilustran dos de los momentos más terroríficos de la obra.

Parte del ensayo de Francisco Jorge sirve de complemento a la historia y ayuda a entender como las historias de terror y los seres que las pueblan han arraigado dentro del imaginario colectivo, ya sea a través de la literatura o el cine.

Pero hay que dar un pequeño tirón de orejas, si bien la editorial  Dilatando Mentes poco a poco se va haciendo un hueco dentro de los aficionados al fantástico en nuestro país en un momento de la novela se repite un párrafo, solo ocurre en una ocasión pero quita puntos a una edición muy cuidada en todos los aspectos.

Un libro que nos vuelve a demostrar la progresión de un autor al que hay que seguir, y que no para de darnos alegrías a sus seguidores con cada una de sus publicaciones. Una gran historia de fantasmas y que nos mantiene en vilo en no pocas ocasiones.




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