jueves, 23 de marzo de 2017

serie: Castle

Hay series en la televisión a las que uno tiene un especial cariño, bien sea por los protagonistas, por su argumento, los escenarios en los que transcurre son algunos elementos o todos los que hace que uno se enganche o no a un determinado show. En mi caso son los dos primeros ejemplos que he citados los que consiguieron que me hiciera adicto a esta ficción televisiva, que durante 8 temporadas alternó el humor con el suspense y que mantuvo enganchados a los espectadores que semana tras semana seguían las aventuras de ambos personajes.

Creada por Andrew W. Marlowe y emitida de 2009 a 2016 y con un total de 173 capítulos, la serie nos contaba como el escritor de novelas de suspense Richard Castle (Nathan Fillion) está en un bloqueo creativo y es reclamado por la policía cuando un criminal recrea los asesinatos de sus novelas. Al colaborar  para probar su inocencia, conocerá a la detective Kate Beckett (Stana Katic) que se acabará convirtiendo en su musa y a la que acompañará mientras resuelven casos juntos. La atracción entre ambos no tardará en aparecer.

Serie que pese a no ser novedosa en absoluto, tenía en su pareja protagonista un gran punto a su favor. La química entre ambos era más que evidente y el carisma que Nathan Fillion desprendía en Firefly, a la que se permite un guiño en la segunda temporada de la serie, aquí queda más que confirmado. Pese a que en ocasiones Castle pueda llegar a ser un poquito infantil, demuestra ser un gran padre y servir de gran ayuda a la policía en no pocas ocasiones a la hora de resolver los casos.

Otro de los elementos que juega a favor de la serie es el plantel de secundarios. Además de los protagonistas principales, nos encontramos con la madre e hija adolescente de Castle, interpretadas por Susan Sullivan y Molly C. Quinn respectivamente, a los detectives Ryan y Esposito, Seamus Dever y Jon Huertas respectivamente, y a la forense Lanie Parish, Tamala Jones. Todos ellos tienen su momento de lucimiento y sirven como contrapunto a los personajes encarnados por Nathan Fillion y Stana Katic.

La serie contaba con capítulos autoconclusivos y se podía seguir sin mayor problema si uno se había perdido el capítulo de esa semana. Y es que la formula que se repetía capítulo tras capítulo era la misma: asesinato, investigación, humor, resolución del mismo y a otra cosa mariposa. Pero como se suele decir, en su sencillez radica su belleza. Otros shows como House, Bones o cualquiera de los CSI tenían un esquema parecido y eran éxitos. El secreto de su popularidad se puede explicar en que son programas que no te hacen pensar mucho, te entretienen y son la excusa ideal para pasar un rato entretenido.

La acción de la serie tenía lugar en Nueva York, pese a que en algunas ocasiones se trasladara a otras localizaciones como Los Ángeles, Washington e incluso una vez los protagonistas cruzaron el charco para resolver un caso en París. Algo ha de tener La Gran Manzana para que haya servido de localización a tantas producciones, ya sea tanto en la pequeña como en la gran pantalla.

A medida que la serie avanzaba también lo hacían sus personajes. Casi desde que comienza la serie, los espectadores tienen claro que los dos protagonistas van a acabar juntos. Mantienen esa relación de "te pincho pero no puedo vivir sin ti" que se había visto en otras producciones como Luz de luna o Bones. Los personajes van evolucionando, según transcurrían las temporadas los protagonistas nos van revelando capas que antes permanecían ocultas.

Ya en la última temporada las tensiones entre ambos protagonistas hicieron que la serie se cancelase y no renovase por una novena temporada. Por lo menos los productores se encargaron de dar un final cerrado y cerrar las tramas que pudieran quedar abiertas. De esta forma dieron una conclusión satisfactoria a un show que, a pesar de su encanto, ya daba síntomas de agotamiento. Algo que quedó claro en la última temporada cuando durante buena parte de la misma, los protagonistas principales apenas compartían planos juntos.

En definitiva es una serie que no pasará a la historia de los mejores shows de la historia de la televisión, pero que al menos cumple con creces el objetivo para el que fue creada y es el de entretener al espectador. Si os gustan las series policíacas con un toque diferente, no lo dudéis y dadle una oportunidad a Castle. Seguro que no os arrepentiréis.

A continuación la intro:

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